Me declaro culpable, señoría: cuando oigo la palabra clásico, me echo a temblar. Supongo que a más de uno le pasará algo parecido. Esos tochos enormes, con un lenguaje rebuscadísimo y lleno de descripciones… Insufrible. En mi caso, empecé a temer a los clásicos cuando intenté leerme Cumbres borrascosas. Fue un desastre. Cada página se me hizo eterna, cada palabra fue una tortura.
Pero no fue por el libro en sí. Fue por el momento. Yo iba buscando una cosa y no la encontré en la obra de Emily Brontë. Por aquel entonces vivía con la máxima de «termina lo que empieces» y me supo muy mal dejarlo. En algunos casos es mejor apartar el libro y darle una oportunidad más adelante, cuando tu estado de ánimo haya cambiado y te sientas con más ganas de navegar por sus páginas.
Sin embargo, desde lo de Cumbres borrascosas, evité coger cualquier libro que llevase la etiqueta de «clásico» por alguna parte. Los libros que mandaban en el instituto tampoco ayudaron mucho. Pero ha llegado el momento: este año he decidido darles una oportunidad a los clásicos.
No sabía lo que me estaba perdiendo.
Para iniciarme en el mundillo clasiquil, hice dos cosas: apuntarme a un club de lectura y rescatar los libros más clásicos que estuvieran cogiendo polvo en mi biblioteca personal. Y funcionó.
El club de lectura
El elegido fue El club Pickwick, que conocí gracias al blog Crónicas de Magrat. Desde que me apunté, se han leído Mujercitas y Guerra y paz, y aunque yo no haya llegado a tiempo a ninguno de los dos, he tomado buena nota de sus sugerencias y ya estoy ampliando mi biblioteca con algunos de los títulos que van comentando.
Aunque tardé lo mío, en enero sí que leí Mujercitas. Fue una lectura que me devolvió a mi niñez. He visto y revisto mil y una veces la adaptación cinematográfica que hicieron y siempre quise leer la historia que escribió Louisa May Alcott. Le tenía mucho cariño a la película y ahora se lo tengo al libro. Muy, muy recomendable.
Este mes se decidirá la lectura para marzo y seguro que será algo muy especial. Podéis uniros al club aquí.
¿Por dónde empecé?
Todos los libros de este tipo que me he leído hasta ahora están escritos por mujeres: Jane Austen fue la primera, con su Orgullo y prejuicio. Le tenía mucho miedo por culpa de mis prejuicios. Pensaba que sería aburrida y que no duraría ni 30 páginas. Me sorprendió ver que, aunque hay pasajes más densos y otros más amenos, lo fundamental de su obra son los personajes: cómo construye el carácter de los personajes es simplemente alucinante. Y a través de ellos refleja la sociedad de la época y eso sí que me resultó muy interesante. Y hay ironía. ¡Ironía! ¡En una obra de hace dos siglos! ¡Una obra de hace dos siglos me hizo reír!
Me gustó tanto que quise leer más de la Austen. Pero cometí el «error» de coger Mansfield Park. [Spoiler alert] Ahí los personajes también están muy bien construidos, pero son in-su-fri-bles. No se salva nadie, todos me caen mal. Y el final fue bastante decepcionante. Mis ansias austenianas se frenaron un poco, pero planeo leerme Emma dentro de poco.
Clásicos distintos
Es curioso lo que la gente suele entender por clásico. Cuando hablamos de grandes clásicos de la literatura, no solemos pensar en obras como Fahrenheit 451, La historia interminable o 2001: Odisea espacial*. Ellos también tienen sus añitos y se consagraron como grandes clásicos de la fantasía y la ciencia ficción. De este tipo de clásicos no quiero olvidarme y, aunque ya me he leído los tres citados aquí (cinco sin contamos los del asterisco), todavía me faltan muchos, como las obras de Morris, Le Fanu, Asimov o Huxley.
*Sí que pensamos en otros como Drácula o El Señor de los Anillos, y eso que pertenecen a los mismos géneros que los aquí citados*.
*Este tema da para otra entrada. O varias. Tomo nota.
¿Y ahora qué?
Quiero seguir con Austen y con más autoras, como Elizabeth Gaskell o las Brontë (aunque dejaré Cumbres borrascosas para más adelante). También me están esperando otros grandes de la literatura, como Dickens, Victor Hugo o Nathaniel Hawthorne (aunque La letra escarlata es el libro más destripado en las películas norteamericanas).

Nuestro miedo a los clásicos está basado en prejuicios. Los prejuicios se pueden contrarrestar, contrastar y revocar. Solo es cuestión de leer cosas nuevas y abrirnos a nuevas formas de narración. Mi recomendación (como primeriza en esto de la literatura clásica), es la siguiente: id probando, leed distintos tipos de textos clásicos, hasta que encontréis el autor, la obra o el subgénero que más os guste. Y lo más importante: ¡disfrutad! (¡Y contádmelo!).
¡Hola!
Aquí me tienes de nuevo. No sé si estás de suerte o es que no es tu día pero…yo soy mucho de clásico. El club Pickwick me viene genial, pero aún sin él no creo que pueda dejar a los clásicos fuera de mi mesita de noche.
Claramente soy austeniana aunque me faltan por leer un buen par. Te recomiendo Matar a un ruiseñor, Sherlock Holmes (para variar un poco) o La guerra de los mundos. 🙂
Lo más importante es no presionarse y leer con calma o si no se terminan odiando. Pero me quedo tranquila porque veo que ya vas por buen camino.
Un beso!
Te dejo mi blog por si quieres pasarte ^^
http://unlibroentremismanos.blogspot.com.es/
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Ya te había cotilleado el blog y lo tengo fichado 😛
Sí, por unas cosas o por otras, tenía una asignatura pendiente con los clásicos. Pero poco a poco voy a ir leyendo (y adquiriendo) nuevas obras para ampliar horizontes.
De los que dices (¡gracias!) me he leído algunas de Sherlock y La guerra de los mundos. Matar a un ruiseñor está, también, en la lista de pendientes.
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[…] De clásicos también se vive […]
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[…] De clásicos también se vive […]
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