Inicio nueva andadura por el blog con esta nueva sección titulada Hablemos. Su finalidad no es tanto recomendar libros o hablar de lo que me han parecido o dejado de parecer. Hablemos pretende establecer un diálogo entre lector y la que aquí escribe, a partir de reflexiones sobre literatura, géneros, editoriales… De cualquier tema que aparezca de repente en mi mente. O en la vuestra.
Esta es la primera entrada de Hablemos y tratará sobre fantasía y viajes. Vamos a dejar las cosas claras para empezar.
La literatura de viajes es un género bastante asentado. Trata de viajes, cómo no, y se puede considerar parte de la narrativa de ficción o de no ficción.
Podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que el ser humano ha sentido la necesidad de viajar, e igualmente ha sentido la necesidad de dejar constancia de haber realizado el viaje. Cuando estas dos premisas se unen, aparece lo que denominamos Literatura de Viaje. A lo largo de la historia de la humanidad, en todas las épocas, en todos los países y en todas las culturas, se han escrito relatos de viajes. En unos casos eran reales, en otros ficticios, imaginativos o descriptivos, poéticos, fantásticos o novelados.
Soledad Porras Castro, citada en este artículo.

La literatura fantástica también es un género muy asentado, aunque sus límites puedan ser confusos en ocasiones:
La ambigüedad se mantiene hasta el final de la aventura: ¿Realidad o sueño? ¿Verdad o ilusión? De este modo nos vemos arrastrados al corazón de lo fantástico. El fantástico ocupa el tiempo de esta incertidumbre. Desde el momento que escogemos una o la otra, abandonamos lo fantástico para entrar en un género vecino, lo extraño o lo maravilloso. El fantástico es la duda experimentada por un ser que sólo conoce las leyes naturales, frente a un acontecimiento aparentemente sobrenatural.
Todorov, citado en Papel en blanco.
¿Qué ocurre cuando combinamos viajes con fantasía?
Viajamos, pero por un mundo distinto al nuestro.
Movidos por un objetivo, una misión o una búsqueda, los protagonistas conducen al lector por todas las maravillas del mundo en el que habitan (o al que han ido a caer por casualidad). El lector recorrerá kilómetros de tierras fabulosas, pobladas de gentes dotadas de poderes mágicos, con rasgos y costumbres distintas a las nuestras, armados con hechizos, pócimas, hachas… Puede parecer un mundo radicalmente distinto al nuestro, pero en ocasiones incluso refleja nuestra sociedad.
No he venido aquí a inventar nada nuevo. En la definición anterior incluyen la fantasía entre los tipos de viajes posibles. Esto es una mera reflexión de lo que, a mi modo de ver, considero que podría llamarse literatura fantástica de viajes.
¿Os pongo ejemplos?
Recorremos el país de las maravillas
La obra de Lewis Carroll, emblemática y llena de criaturas extrañas (y tocadas un poco del ala), relata el viaje de Alicia por un país lleno de maravillas. La misión de esta jovenzuela es regresar a su casa, aunque a ratos parece que no le pone mucho empeño. Alicia es curiosa y su viaje acaba resultando un tanto errático. La llevan de acá para allá, se queda a charlar con estos o con aquellos, curiosea por aquí y por allí…
El descubrimiento del país de las maravillas es un descubrimiento de sus habitantes y no tanto de la tierra en sí, pero no deja de asombrarnos.
Descubrimos la Fantasía vieja y Fantasía nueva
En La historia interminable hay dos tipos de viaje: en el primero acompañamos a Atreyu en su misión de salvar a la Emperatriz Infantil y, por tanto, al reino de Fantasía. En el segundo viaje, esta vez de la mano de Bastian, redescubrimos ese mismo reino: Fantasía ha cambiado y la misión del protagonista también.
En La historia interminable la misión de ambos protagonistas es evidente, y hacia el final descubrimos que Michael Ende quería guiar al lector en un viaje introspectivo hacia las profundidades de uno mismo.
Y eso de turista, ¿qué es?
En El color de la magia, «turismo» es un concepto desconocido en el Mundodisco. Pero un día aparece Dosflores dispuesto a patearse todo lo largo y ancho del Disco. Lo acompañará Rincewind, qué remedio, y vivirán mil y una aventuras. ¿Tienen alguna misión? Pues al parecer no. El objetivo del viaje es el viaje mismo, el descubrimiento de ese mundo tan particular y de sus gentes, más particulares todavía. Eso puede llevar, en cierto modo, a que el lector se aburra y se pregunte qué sentido tiene todo eso.

Terry Pratchett concibió esta novela como una parodia de las grandes obras de la literatura fantástica, tan famosas e imitadas, que sentaron las bases de tantas otras cosas y que han recibido el apelativo de novelas de aventuras o de fantasía épica.
Es hora de plantearnos la pregunta del millón:
¿Qué distingue la literatura fantástica de viajes del resto?
Que un personaje viaje del punto A al punto B no es señal de que la obra pertenezca a este subgénero. Ni aunque haya diez desplazamientos. Tiene que haber una voluntad de viajar y de descubrir a medida que se viaja. Es necesario que haya un objetivo en ese viaje, que puede ser una búsqueda, una misión o el viaje en sí. Por tanto, aunque Ursula K. Le Guin haga que Gavilán pise todas y cada una de las islas de Terramar, no se suscribiría a este subgénero.
Y ahí radica la belleza de la literatura fantástica de viajes. El personaje viaja y el lector lo acompaña. La búsqueda puede ser geográfica o interior, hacia el interior de uno mismo. El descubrimiento puede ser fantástico o personal. Y, por supuesto, para rematar toda esa hermosura, no pueden faltar los mapas.
Ahora ha llegado el momento de hablar. ¿Qué os ha parecido esta reflexión? ¿Qué obras incluiríais bajo el epígrafe de «literatura fantástica de viajes»?
Hola 🙂 Pues para mi esto era totalmente desconocido, no sabía que había un subgénero que se llamará literatura fantastica de viajes, para mi embarcarme en cualquier novela ya supone viajar a otro mundo, a otro plano o dimensión, con lo cual aunque sea algo simple, para mi ya es de viajes. Con el artículo me queda algo más claro el subgénero pero la verdad que no sabría muy bien que incluir. ¿Es ESDLA literatura fantastica de viajes? Frodo tiene la misión de destruir el anillo, emprendiendo un viaje personal con un objetivo; por poner un ejemplo. Un besin^^
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Está claro que cuando nos adentramos en una obra fantástica o de ciencia ficción, el viaje está asegurado. Pero dentro de ese nuevo mundo, en la historia que leemos, puede haber una intención, y esa intención puede ser viajar. Ahí está la literatura fantástica de viajes. El Señor de los Anillos podría considerarse como parte de este subgénero, sobre todo porque, al escribir su obra, Tolkien tenía la intención de explotar ese mundo, sus razas, lenguas y tradiciones. No es, sin embargo, tan evidente como las que he puesto arriba, y por esa misma razón no la incluí.
Felices lecturas ^^
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[…] a mediados de mes me vino la inspiración y publiqué una entrada sobre literatura fantástica de viajes, un subgénero muy común, a la par que peculiar, en el vasto mundo […]
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no me sirvio
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¿El qué no te sirvió, Valentina?
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