Domingo, 28 de agosto de 2016, último día de una semana muy intensa repleta de lecturas, descubrimientos y tuits. Es el fin de la primera, pero no última, edición del maratón breve, y toca hacer balance.
Si leísteis mi lista interminable de lecturas para este maratón, sabréis que quería leerme un total de 14 libros en una semana, lo que equivalía a leer dos libros al día. El miércoles ya me di cuenta que iba a resultar imposible, porque no llevaba ni la mitad. Aun así, me sigo sorprendiendo al pensar que en siete días he leído 11 libros y dos relatos, cuando hay meses que no llego ni a la mitad.
Al ver que no me iba a dar tiempo a todo lo que quería leer, intenté elegir lecturas variadas: poesía, teatro, ensayo, ciencia ficción, misterio, cuentos, fantasía… Sí, ha habido un poco de todo, y por eso estoy doblemente contenta.
He aquí las reseñas fugaces de todos los libros que he leído, menos de uno (y es porque quiero hacer una reseña más larga).
Todos deberíamos ser feministas,
de Chimamanda Ngozi Adiche.
Traducción de Javier Calvo.
Este pequeño ensayo, que para mí tendría que haberse titulado Todos deberíais leerme (y así más de uno no saldría corriendo al ver la palabra «feminista»), es tan necesario como el respirar. Seguro que lo habréis visto en más de una librería, porque los sabios libreros suelen ponerlo en los mostradores. Es un ensayo que abre los ojos, que te incita a darte cuenta de lo que realmente está pasando a nuestro alrededor. No da lecciones ni soluciones; eso ya nos lo deja a nosotros, los lectores.
No tengáis miedo a la palabra «ensayo» ni a «feminista»: es fácil de leer y no profundiza en las cuestiones más teóricas del feminismo, sino que ofrece casos reales que la propia autora ha vivido, o casos que conoce de primera mano, y que siguen ocurriendo en nuestra sociedad, por mucho que pensemos que ya estamos al mismo nivel que los hombres.
No estamos al mismo nivel. No nos tratan igual. Todavía nos dicen cómo debemos vestir, comportarnos, comer, parecer, ser; nos dicen por dónde ir, a qué hora salir, con quién quedar, qué hacer, qué no hacer, qué decir, qué no decir.
¿Seguís pensando que no es necesario ser feministas?
El balneario,
de Carmen Martín Gaite.
Este relato ha sido mi primer acercamiento a esta autora. No me gusta leer las sinopsis, y en este caso no la había, así que me adentré en él sin saber muy bien de qué iba. Y no tardé en descubrir la razón: es difícil explicar de qué va.
El libro está dividido en dos partes: la primera, narrada en primera persona por una mujer anónima, nos cuenta las peripecias y embrollos por las que esta pasa para buscar a su supuesto marido, Carlos, que la ha dejado a merced de los bañistas del balneario, a quienes no conoce. En la segunda parte sabremos el nombre de la mujer, Matilde, visitaremos el balneario y descubriremos la fauna que allí habita.
Tal vez, cuando se acabasen las vueltas, habría pasado mucho tiempo y ya todos me conocerían. Me habría librado de mi condición y de mi angustia (p. 53).
¿Y de qué va este librito? Del aburrimiento, de los sueños, de la vejez, de la monotonía de las vacaciones… Sabe transmitir muy bien el sentimiento de soledad en medio de una muchedumbre, y el de pérdida cuando no sabes dónde estás ni qué hay que hacer.
Rip Van Winkle,
de Washington Irving.
Traducción de Enrique Maldonado Roldán.
En este cuento norteamericano del siglo XIX, el protagonista, Rip Van Winkle, tiene una única misión en la vida: ser un holgazán y un marido dominado. Ojo, que no me lo invento yo: en el cuento salen estas palabras exactas. También hay un pueblo lleno de gente que quiere mucho a Rip Van Winkle, una guerra muy patriótica y unas cuantas lecciones de historia.

Aunque las ilustraciones de esta edición de Nórdica son preciosas, el cuento en sí no me ha gustado. Qué queréis que os diga, la imagen que acaba dando Rip Van Winkle no me parece una buena moraleja.
Escándalo en Bohemia,
de Arthur Conan Doyle.
El plan inicial era leer Estudio en escarlata para empezar con las historias de Sherlock Holmes, pero, por desgracia, en el volumen que tengo por aquí no estaba incluida, así que me decanté por Escándalo en Bohemia, donde sale Irene Adler, la mujer que consigue adelantarse a los planes de Sherlock Holmes.
Al final esto terminó siendo una relectura, porque de pequeña leí algunas obras protagonizadas por Holmes y Watson, pero no me acuerdo de cuáles exactamente, y esta era una de ellas. Aun así, la disfruté muchísimo.
Cómo pilotar una nave espacial,
de Bandinnelli.
De esta novela de ciencia ficción quiero hacer reseña más adelante. Solo os diré que es muy divertida, que esconde un montón de referencias entre líneas y que hay acción para parar un tren.
Roverandom,
de J.R.R. Tolkien.
Traducción de Ramón Ibero y Luis Doménech.
Tolkien escribió este cuento para consolar a su hijo Michael, que había perdido su juguete favorito, un juguete de plomo en forma de perrito. En él narra las aventuras del perro Rover, o Roverandom, como lo llamarían más adelante, desde que un mago lo convirtió en juguete. Roverandom irá a la luna y al fondo del mar, sitios en los que conocerá otros perros y otros magos extraordinarios.

Es un cuento entrañable, lleno de esa imaginación que le chorreaba a Tolkien por las orejas. No os limitéis a leer El señor de los anillos y dadle una oportunidad al Tolkien cuentacuentos.
La balada de la cárcel de Reading,
de Oscar Wilde.
Traducción de Jesús Munárriz.
Este poemario es, sin duda, el descubrimiento del mes. Yo, la que decía que no le gustaba la poesía, he quedado prendada de Wilde una vez más (ya me encandiló de pequeña con sus relatos de El fantasma de Canterbury). Quiero hacerme con sus otros poemas, y también probar otros autores, por qué no.
Aunque todos los hombres matan lo que aman,
que lo oiga todo el mundo;
unos lo hacen con una mirada amarga,
otros con una palabra zalamera;
el cobarde lo hace con un beso,
¡el valiente con una espada!
En La balada de la cárcel de Reading, Wilde nos relata (sí, relatar es la palabra) los últimos días de un condenado a muerte, desde lo que ese preso debía de sentir y lo que los compañeros pensaban al ver la tumba abierta, hasta las injusticias que se cometían con los reos. No faltan críticas a la religión, a los abusos de poder por parte de clérigos y guardias, al trato que reciben los muertos y al olvido que pesa sobre aquellos enterrados en una tumba sin nombre.
Pues quien vive más de una vida
más de una muerte ha de morir.
Bodas de sangre,
de Federico García Lorca
En esta obra de teatro, lo primero que leo de Lorca, también he tenido la ocasión de catar poesía y pasión andaluza. Y es que esta historia, inspirada en un hecho real, es desgarradora, pasional, llena de colores y furia contenida. Me ha gustado mucho el personaje de la madre, quien, al hablar, mastica rabia.
Lorca hace que sea muy fácil imaginarse la situación y el escenario con solo unas pocas palabras. Me queda por ver la película que ha adaptado esta obra, La novia, de la que no dejan de hablar maravillas.
Diatriba de amor contra un hombre sentado,
de Gabriel García Márquez
Seguimos con teatro, aunque en esta ocasión en forma de monólogo. Gabriela celebra las bodas de plata con su marido, pero está harta ya de su simpatía, de sus engaños, de seguir amándolo. Ha llegado el momento de quitarse los pelos de la lengua y de decir todo lo que lleva acumulando durante años.
No tenía nada, pero renuncié a todo por ti (p. 25).
Una vez más, la escenografía está tan bien descrita que es muy fácil imaginarse lo que tuvo que representarse en escena. Gabriela no pierde fuerza a lo largo del monólogo y sus palabras destilan pasión, rabia y verdades.
El silencio de las sirenas,
de Beatriz García Guirado
Le tenía unas ganas tremendas a este libro, porque tanto la portada como la temática sirénida me llamaban mucho la atención. Y antes de que digáis nada: el libro está bien, leedlo porque resulta una buena interpretación de ese viaje en busca de lo imposible que lleva reproduciéndose desde la Antigüedad. Pero, simplemente, no es lo que yo me esperaba.
El planteamiento está muy bien: una catástrofe natural y otra personal, la búsqueda de una sirena; una cultura caribeña poco conocida, cárteles de droga, suicidios y secuestros de niños, teorías conspirativas… Pero pronto empieza a liarse la cosa, y lo que parecía algo normal acaba convirtiéndose en un viaje onírico multipersonal o, como yo lo llamaba mientras lo leía, un licuado mental del copón. Original es un rato, y yo a veces me pregunto cómo llega alguien a pensar, desarrollar e hilar este tipo de historias tan poco comunes. Así que curioso es un rato y vale la pena echarle un vistazo.
Brokeback Mountain, de Annie Proulx.
Traducción de María Corniero Fernández
Recuerdo que vi la película cuando la echaron por la tele, hace un porrón de años, y que me causó una profunda y triste impresión (eso sí: quién me iba a decir a mí que el final ya lo había visto en Los Simpson). Tenía ganas de leer el relato de Annie Proulx en el que se basó la galardonada película para ver si había muchas diferencias.
Y cuál ha sido mi sorpresa al ver que no, prácticamente no hay casi. Solo dos me llamaron la atención: la primera es lo feos que pintan a los protagonistas en el relato y lo guapos que son en la pantalla, mientras que la segunda es una cuestión de ritmo. La película es lenta y bastante larga, pero el relato no se anda con medias pintas, y es que Proulx suelta las cosas tal como son, sin remilgos ni eufemismos, y durante el relato el ritmo es constante y termina por desembocar en ese final que tanta impresión me causó hace unos años.
Pese a conocer la historia, he quedado prendada de esta autora y me muero de ganas de leer algo más. Me parece que octubre será el mes ideal para lanzarme a la prosa de Annie Proulx.
Dos relatos de Angela Carter
de The Bloody Chamber
Rematé el #maratónbreve con dos relatos cortísimos de Angela Carter, del volumen The Bloody Chamber. Ambos son una reformulación macabra de los cuentos de hada clásicos. Aunque ya llevo leídos un par, en esta ocasión me leí The Snow Child y The Werewolf, basados en Blancanieves y en Caperucita Roja, respectivamente.
Mi relato favorito sigue siendo el que da nombre a la antología, The Bloody Chamber, pero estos dos me dejaron los pelos de punta, pese a no tener ni tres páginas de extensión. Os los recomiendo si os gustan las vueltas de tuerca a los ya de por sí cuentos macabros de hace unos siglos (zapatos de hierro al rojo vivo, comilonas de carne humana y todas esas cosas).
Y hasta aquí mi balance del ya terminado primer maratón breve. Pero la cosa no acaba aquí, y es que en septiembre empiezo la lectura conjunta con Eibi82 de La gracia de los reyes, de Ken Liu, y en octubre hay que leer a autoras.
Si os apetece uniros a alguno de estos dos planes malvados de lectura, hacédmelo saber por aquí o por Twitter. Os espero. 😉
¡Hola!
Al final he conseguido leer siete libros, la verdad que empecé muy bien pero a mitad de semana me quedé sin tiempo. Pero me ha encantado participar y disfrutar de las lecturas, espero que pronto haya otra edición ^^
A ver si puedo preparar una entrada para el viernes con un resumen de mi maratón breve y alguna mini reseña.
Yo también he leído Todos deberíamos ser feministas, es un ensayo muy necesario. No conocía El balneario y me has dejado con ganas de darle una oportunidad, apuntado queda.
Rip Van Winkler tenía ganas de leerlo, la edición es muy bonita, pero no sé, de momento no creo que me anime. No he leído ningún cuento de Tolkien pero te voy a hacer caso y le voy a dar una oportunidad, a ver que tal.
El silencio de las sirenas tengo ganas de leerlo, ahora mismo tengo las expectativas muy altas así que voy a dejar que pase algo de tiempo.
¡Vaya cuantos planes para estos meses! La gracia de los reyes me gustaría leerlo en algún momento, pero ahora mismo estoy hasta los topes. Y el mes de octubre lo tendré plagado de libros de autoras.
Un beso
Me gustaMe gusta
[…] Anna Starobinets. ♦ Brokeback Mountain, de Annie Proulx. (leído en el #maratónbreve, reseña aquí). ♦ Neimhain, de Aranzazu Serrano. ♦ La niña que recorrió Tierra Fantástica en un barco […]
Me gustaMe gusta