La carrera, Nina Allan

Lo reconozco: no sé cómo hacer esta reseña. La problemática viene porque, por poco que cuente, seguro que os chivo algo que preferirías descubrir mientras leéis. Aunque he visto ya reseñas de todo tipo (hay algunas de lo más curiosas), yo tenía claro que quería escribir una que incentivara la lectura, pese a que analizar la obra de Nina Allan no va a ser fácil. Así pues, vayamos por partes.

Las tramas

Me es complicado intentar decir de qué trata La carrera. Vale, es ciencia ficción. Hay distintos personajes con unas historias interconectadas. Pero, Carla, ¿de qué va?

Bien, es difícil explicároslo con detalle sin incurrir en destripamientos varios. Os podéis leer la sinopsis de la contraportada sin ningún problema: revela más bien poco. Lo mejor es aventurarse en sus páginas como aquel que cruza el umbral a otro mundo sin saber lo que le espera más allá.

Pero si sois precavidos y preferís ir sobre seguro, leed las breves sinopsis que os dejo a continuación de cada una de las tramas.

La vida de Jenna se ha visto marcada por la ausencia de una madre, las carreras de galgos biónicos, un hermano no demasiado cuerdo y un padre perdido en los avatares del trabajo. Jenna vive recluida y en soledad en Sapphire, una ciudad donde las acciones ilegales están más reguladas que la propia legalidad.

La adolescencia de Christy está protagonizada por un padre enfermo y un hermano que le da miedo. Ha aprendido a refugiarse en la biblioteca y a escribir sobre el mundo que la rodea. Al igual que Jenna, vive amparada en una soledad que se verá invadida por su peor pesadilla.

Alex regresa a Hastings para entrevistarse con alguien relacionado con su expareja, de quien lleva años sin saber nada. Recorrer las calles de su ciudad natal le hará rememorar recuerdos tanto dulces como amargos.

Maree abandona La Granja, el centro de adiestramiento para niños empáticamente sensibles, para emprender un viaje que la llevará a una sede de un programa secreto. Para ello tendrá que cruzar el Atlántico en barco y sortear los temibles bancos de ballenas gigantescas.

Han pasado 20 años de los acontecimientos que tuvieron lugar en el Atlántico. Maree llega a la isla de Brock para despedirse de los recuerdos de lo que vivió en aquel buque.

La carrera está dividida en cinco capítulos que contienen tres voces narrativas distintas en primera persona: Jenna, Christy y Maree. Cada una de ellas tiene voz y personalidad propias, aunque Jenna y Christy puedan parecerse por motivos que no revelaré (para saberlos, tendréis que leer la obra de Nina Allan). Las otras dos partes, cuyos protagonistas son Alex y Maree otra vez, están en tercera persona.

Cabe destacar que aquí no hay acción (quitaos de una vez la asociación de ciencia ficción = a navecitas espaciales, tiros y zombies). La narración transcurre con lentitud y abundan las descripciones de lugares, recuerdos pasados y hechos que podrían parecer insustanciales. Sin embargo, todo ello es imprescindible para conformar la psique de las tres mujeres principales. Quizá por eso habrá a quien la novela le parezca lenta y aburrida, pero no por ello resulta insustancial.

Las narradoras

Si hay algo que me ha entusiasmado y espeluznado a la par es cómo Nina Allan dota de frialdad a sus narradoras. No es fácil explicarlo, pues son todo sensaciones difíciles de compartir que se dan sobre todo en los dos primeros capítulos. Jenna, la primera en coger la batuta, se dedica a explicar cómo era su vida (llena de carreras de galgos biónicos, sin una madre, con un hermano tocado de la sesera y una vida solitaria) antes de que un hecho trastoque por completo su vida. Con Christy tenemos más de lo mismo: una narración en primera persona y un trauma que altera su vida solitaria marcada por la ausencia materna y un hermano loco.

Ambas cuentan sus respectivos hechos traumáticos con tanta frialdad que pueden parecer poco creíbles. Pero nada más lejos de la intención de Allan: los personajes te lo cuentan, no lo están viviendo en ese momento. Si no quieren perderse en el mar de dolor que sendos hechos suponen, deberán distanciarse de ellos hasta el punto de pensar que no les ha ocurrido a ellas. El dolor sigue ahí si sabes dónde buscarlo durante la lectura. La tensión, el miedo, la depresión y la tristeza no las abandonan jamás.

Todos estos sentimientos encubiertos se van acumulando hasta el bombazo definitivo. Estos dos primeros capítulos consiguieron que los pelos se me pusieran como escarpias al comprender la profundidad de lo leído era mayor de lo que creía.

En cuanto a Maree, su historia podría ser la que más cuadra en una ambientación de ciencia ficción. Empática natural y criada en un centro de adiestramiento para seres como ella, Maree emprende un viaje a través del Atlántico para participar en un misterioso programa. En el océano la acechan más peligros de los que se espera: inteligentes ballenas-oso descomunales, misteriosos personajes que parecen conocer su secreto y una joven piloto de la que no quiere encariñarse.

La voz narrativa de Maree es más relajada, más fluida. La tensión acumulada en las dos primeras partes desaparece para dar paso a la incertidumbre. Maree no sabe qué le aguarda en las costas de Thalia, pero afronta su destino con un valor muy bien fingido. No sabe que las respuestas a los misterios de ese pasado del que nada quiere saber la esperan en tierra firme.

Los otros dos capítulos, protagonizados por Alex Adeyemi y la misma Maree, están narrados en una tercera persona omnipresente que choca bastante si los comparamos con los tres que he descrito anteriormente. Y es que estas son las dos partes que han conseguido descolocarme por completo. Para mí, la parte de Alex (la tercera en el conjunto de la obra) no aporta casi nada, aparte de romper con la dinámica de tensión y protagonistas femeninas que la precedía. En cuanto a Maree, el desconcierto es mayor: si ya veníamos de oír a la empática con voz propia, ¿por qué ahora de repente nos alejamos de ella con esa tercera persona? Pese al lapso de 20 años, los acontecimientos narrados en este último fragmento de la obra tienen relación directa con los que transcurren en la parte inmediatamente anterior. Al igual que el capítulo de Alex, lo que aquí se aporta es mínimo, rompe los esquemas que a mí tanto me venían gustando y desemboca en un final bastante decepcionante.

Aun así, estos cambios no hacen sino generar más misterio a toda la estructura y complejidad de La carrera. Yo tengo una teoría formada, pero revelarla aquí se podría acusar de destripamiento. Si leéis la obra, podéis escribirme para comentar nuestras respectivas teorías.

¿Ciencia ficción ecologista?

Aunque ha recibido el calificativo de ciencia ficción ecologista, para mí el ecologismo escasea. Que en un futuro un tanto distópico haya problemas relacionados con la naturaleza y el abuso que se hace de esta no significa que sea ecologista, porque para serlo tiene que haber un alegato, una defensa del medio ambiente, y aquí no la hay.

Los animales, eso sí, tienen un papel esencial en la narración y la ambientación. En la primera parte son los galgos modificados genéticamente usados para carreras y apuestas. En la parte de Maree, además de la relación que esta mantiene con los cánidos, aparecen bancos de ballenas descomunales de las que apenas se sabe nada. Son objeto de culto para un grupo religioso, se hacen sacrificios humanos en su honor, hunden barcos, parecen inteligentes… Pero nadie se ha aventurado en sus aguas ni ha sobrevivido para conocerlas en profundidad.

Los temas recurrentes de Nina Allan

A ver, no soy una experta de Allan, ni mucho menos. Caté un poco de Máquinas del tiempoaunque no llegué a terminarlo. Aun así, ya pude discernir ciertos parecidos entre este y La carrera, como es el gusto por los saltos temporales, la ambientación y las relaciones fraternales.

Como indica su nombre, en Máquinas del tiempo los saltos temporales son el quid de la cuestión. En La carrera, cada capítulo se sitúa en un tiempo distinto al resto, aunque no se especifica cuándo. Vemos las diferencias, tenues en principio, gracias a unas voces narrativas que poco hacen por explicarnos cómo es su tiempo. Para las protagonistas, vivir cuando viven es lo normal. Si queremos descubrir más sobre su época tendremos que profundizar en su narración.

La ambientación en Allan ejerce un factor condicionante en los personajes, hasta tal punto que pueden llegar a obsesionarse con su entorno. Las descripciones de Sapphire o Hastings abundan precisamente porque tanto Jenna como Christy se ven atrapadas en las calles que las vieron nacer y crecer. Ambos lugares son unas crisálidas de las que nunca podrán escapar, por mucho que lo intenten. La obsesión es tal que, tras un hecho traumático, Christy se dedica a describir esa ciudad que la encierra y que la obliga a vivir una pesadilla constante.

Y, por último, en lo poco de Allan que llevo leído he podido comprobar que tiene fijación por las relaciones entre hermano y hermana. Son tóxicas, raras, poco sanas. Jenna y Christy se ven avasalladas por sendos hermanos que quieren matarlas y seducirlas. Ambas viven en una casa donde el abandono de su madre ha activado una bomba de relojería cuyo tiempo nadie sabe cuándo se acabará. Los hermanos de estas dos historias son prácticamente el eje central de las vidas de las protagonistas y, junto a su entorno, ejercen tal presión que las consecuencias, por mucho que nos pese, nunca van a ser buenas.

Creo que los secretos están vivos, como los gusanos en el subsuelo. Cuando el tiempo es seco, los gusanos ahondan en busca de agua. Pero cuando llueve, se los ve escarbando hacia la superficie.
Pág. 132

La edición

Ediciones Nevsky es una editorial de esas que cuidan hasta el más mínimo detalle. Tanto la edición en papel, que es la que yo tengo, como la traducción de Carmen Torres y Laura Naranjo (traductoras con un gran recorrido a sus espaldas y que suelen trabajar a cuatro manos con editoriales como Impedimenta, Nocturna, Errata Naturae o Nevsky; también se encargaron de la traducción de Máquinas del tiempo), son una auténtica maravilla. Es de esos libros que te dura toda la vida.

Enlaces de interés:

  • Entrevista a Nina Allan en el blog de Fata Libelli.
  • Reseña de Tejedora, por Bea Aguilar.

4 comentarios en “La carrera, Nina Allan”

  1. una buena reseña que no destripa nada, tengo anotado este titulo desde que salio… y lo dejaré caer para el dia de la madre jejeje (entre otros)

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  2. Hola 🙂 Podría copiar el comentario que le acabo de hacer a la señorita Sierpe, pero no soy así. Como te dije por privado coincidimos en percepciones sobre las historias. Si la tercera y quinta historia no existieran creo que nuestra valoración del libro sería superior en muchos términos. Personalmente me gusta que si estoy esforzándome en conectar todo lo que me están contando, por muy alocado que sea, tenga un premio y no un final tan desinflado, que me quede con más dudas que respuestas. Lo que si que hay que alabar es que nos ha tenido especulando sobre ello, y lo que aún queda cuando nos juntemos en el próximo sarao literario. Como ya dije mil veces, para mi las historias de Jenna y Christy son las mejores, una por su componente de ciencia ficción más fuerte y la otra por ese realismo que te golpea. La parte de Maree es más relajada, más de dejarse llevar (y a ratos se hace larga la travesía del barco). Alex y la quinta parte no les veo el sentido aún, tendremos que seguir girando el puzle. Un abrazo^^

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