La quinta estación, de Nora K. Jemisin

Con casi ocho novelas e innumerables relatos a sus espaldas, Nora K. Jemisin obtuvo el premio Hugo gracias a esta novela que difumina los límites entre la fantasía y la ciencia ficción. La quinta estación narra el último fin de un mundo, el nuestro, donde los seres humanos conviven con razas capaces de mover placas tectónicas, aplacar volcanes y derrumbar montañas.

Bienvenidos a la Quietud.

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Traducción: David Tejera
Sello Nova, ediciones B

Tres voces, tres viajes. El de Damaya cuando abandona su pueblo natal e ingresa en el Fulcro para aprender a ser una orogén capaz de controlar la tierra que pisa y capaz de ser controlada; el de Sienita, obligada a emprender una misión aburrida con un superior excéntrico al que no aguanta y que debe dejarla preñada. Y el de Essun, quizás el más difícil de todos, pues va en busca de su marido, para matarlo, mientras el fin del mundo se desata a su alrededor.

Tres mujeres, un mismo poder. El de la orogenia, o la capacidad innata de mover estratos terrestres a voluntad, considerada más una maldición que un don. Un poder denigrado y temido por la sociedad, un poder que salva a esa misma sociedad de morir a consecuencia de los movimientos sísmicos que asolan la Quietud cada día. Un poder controlado, regido por seres espeluznantes, los Guardianes, que someten con crueldad a todo aquel orogén que detectan. Un poder incomprendido, temido, manipulado. Un poder que puede condenar y salvar a la vez la Quietud.

Tres mujeres, un destino. Vivir. Vivir ya sea bajo el yugo del Fulcro, o bajo la locura de un orogén superior que conoce los misterios que se esconden tras los obeliscos. O vivir impulsada por la sed de venganza y por una esperanza vana, casi inexistente, en un mundo herrumbroso que se va a la mierda a cada minuto que pasa.

Tres vidas, dos tipos de voces. La tercera, la que nos es más normal, en un presente doloroso, para narrar las penurias de Damaya y Sienita. Y la segunda, más extraña, más cautivadora, más difícil de superar, que apela a una Essun errática, vengativa, muerta.

Tres razas, un dios. Táticos, orogenes y comepiedras, todos unidos bajo un mismo mandato: la ira del Padre Tierra, que los odia y los castiga sin cesar y sin piedad. Táticos, los humanos de siempre, sin poderes más allá del de sobrevivir a cada nueva ola de destrucción. Orogenes, orogratas para los enemigos, los repudiados, los odiados, que salvan y destruyen por igual. Los comepiedras, una raza misteriosa que vive, se mueve y está compuesta por rocas.

Un cielo, una tierra. Un cielo extraño, lleno de estrellas y obeliscos titilantes, restos de una era pasada, misterios sin resolver. Un cielo lleno y vacío a la vez. Una tierra unida, extraña, hostil, sembrada de muerte y de un pueblo que sabe cómo sobrevivir a todos los envites furiosos. ¿A todos? Puede que este sea el último. Puede que no sobrevivamos.

Dos manos, una novela. Manos que escriben maravillas que atrapan, enganchan, encandilan, duelen. Una novela rota, destripada, de heridas supurantes. Que mueve, que encarna, que sirve de ejemplo. Con subtextos, con personajes bien erigidos, que se derrumban ante el mínimo temblor, que vuelven a alzarse, rabiosos, piedra en mano.

Una autora, una excusa. Nora K. Jemisin, Feria del Libro de Madrid, 3 de junio, firmas. Id, id si podéis, por el óxido.

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2 comentarios en “La quinta estación, de Nora K. Jemisin”

  1. Me ha encantado la forma de la reseña, muy original querida Carla. Le tengo muchas ganas y me da pena que quede tan lejos por que sería una de esas autoras que se prestan a querer conocer. Espero que disfrutes con ella y nos hagáis llegar algo de ello por redes sociales. Un abrazo^^

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