Encontré Ivory Apples de casualidad, mirando un día el sitio de Netgalley, donde reseñadores y editoriales se juntan para intercambiar libros y reseñas. No suelo pedir muchos libros para reseñar; uso esa web sobre todo para ver qué se va a publicar, para saber qué libro debo esperar con ansias dentro de seis meses. Pero Ivory Apples me llamó la atención por su portada y por la autora.
A Lisa Goldstein también la conocí de casualidad: la propusieron en un club de lectura, donde solo leen libros de autoras difíciles de encontrar. Propusieron leer The Red Magician, la novela más conocida de Goldstein, y claro, yo me apunté… para luego no leerlo.
Me había olvidado de Goldstein hasta que vi este libro en Netgalley. Según Goodreads, Tachyon Publications lo publica a mediados de octubre. Yo ya lo he leído, y ha sido una experiencia curiosa cuanto menos. De Goldstein en español solo tenemos algún relato perdido en revistas polvorientas, y eso que ha escrito muchísimas novelas. Se queda, pues, en la lista de autoras que ojalá lleguen algún día a nuestro idioma. Mientras tanto, os animo a echar un vistazo a su extensa bibliografía; seguro que algo os llama la atención y, por lo que he podido comprobar, su estilo en inglés es bastante accesible y juega con elementos cotidianos de nuestra realidad.
Pero hablemos de Ivory Apples. Esta novela, de apenas 300 páginas, habla del poder de la imaginación, del fenómeno fan, de las obsesiones descontroladas, del amor por la literatura, del ansia de romper las normas a través del arte. Es una obra sencilla, narrada en primera persona, sobre una adolescente que, de repente, se ve poseída por un duende, una musa, que la instiga a hacer diabluras y a escribir poesía. A pesar de este fenómeno fantástico, la vida de Ivy es bastante tranquila, hasta que aparece la señora Burden e intenta arrebatarles, a ella y a sus tres hermanas, la seguridad de su hogar.
En medio de toda esta odisea está Ivory Apples, una novela que escribió la tía abuela de Ivy cuando era joven y que se volvió famosa en todo el mundo. ¿El problema? Que la autora no escribió más y desapareció de la faz de la tierra, aunque en realidad vive apartada en medio del campo sin interesarse por toda la fama que suscita su obra. Ella quiere vivir en paz, pero siempre hay alguien que se obsesiona con la figura pública e intenta invadir la intimidad de esa persona.
Ivory Apples, de Goldstein, es una novela difícil de clasificar. Durante la mayor parte de su lectura, las palabras que más me venían a la mente eran thriller psicológico fantástico. Y es que Ivy y sus hermanas se ven inmersas en una vorágine de tortura, interrogatorios y chantajes perpetrados por la señora Burden, que está obsesionada con encontrar a la tía de Ivy y conocer el secreto que se esconde detrás de Ivory Apples… cueste lo que cueste.
Como todo, esta novela tiene sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas. Para empezar, la protagonista es bisexual, aunque le cuesta mucho asimilar esa realidad y lo niega constantemente. Esto no podría ser problemático, pero creo que no acaba de verse bien reflejado al principio de la obra. Por otra parte, Goldstein bebe de la mitología griega clásica de una forma maravillosa; crea leyendas alrededor de las musas y hace posible que, gracias al poder de la imaginación, todo sea posible. El ritmo, no obstante, varía bastante, y hacia el final la acción se ralentiza tanto que me urgía saber qué pasaba, no en qué estaba pensando Ivy.
Todos los personajes están muy bien caracterizados, algo que yo siempre aprecio y agradezco en cualquier novela. El personaje de Ivy, por ejemplo, es extremadamente complejo; en algún momento no he comprendido del todo su forma de actuar, pues me parecía que se tomaba muy a la ligera ciertas maldades de la señora Burden. Pero cabe recordar que sigue siendo una niña que está aprendiendo a ser adulta a marchas forzadas en un entorno muy poco favorable.
Ivory Apples es, en definitiva, un mito moderno que se lee con rapidez y voracidad. Es una lectura perfecta para una tarde de verano, para dejarse llevar por los pensamientos y vicisitudes de una joven poeta cuya vida se ve trastornada por un alma obsesiva. Entre sus páginas podemos encontrar frases como la que sigue:
Art isn’t decorous, though— it’s messy and dangerous, it takes you to frightening places.